lunes, 3 de agosto de 2015

Vero y Prisco

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«Ave, Caesar, morituri te salutant» (traducción literal «Salve, César, los que van a morir te saludan») es una frase latina citada en las Vidas de los doce césares de Suetonio, la cual es tradicionalmente atribuida a los gladiadores. Sin embargo, a diferencia de lo que se ha creído siempre esta apelación no provenía de los gladiadores, sino de los condenados a muerte que iban a participar en una Naumaquia, en concreto la celebración del drenaje del lago Fucino en el año 52. 

De Vita Caesarum: Divus Claudius, 21.6: 
"edidit et in Martio campo expugnationem direptionemque oppidi ad imaginem bellicam et deditionem Britanniae regum praeseditque paludatus. quin et emissurus Fucinum lacum naumachiam ante commisit. sed cum proclamantibus naumachiariis: 'haue imperator, morituri te salutant!' respondisset: 'aut non,' neque post hanc uocem quasi uenia data quisquam dimicare uellet, diu cunctatus an omnes igni ferroque absumeret, tandem e sede sua prosiluit ac per ambitum lacus non sine foeda uacillatione discurrens partim minando partim adhortando ad pugnam compulit. hoc spectaculo classis Sicula et Rhodia concurrerunt, duodenarum triremium singulae, exciente bucina Tritone argenteo, qui e medio lacu per machinam emerserat." (1)

(1) Text de: C. Suetonius Tranquillus, Divus Claudius Maximilian Ihm, Ed. (puedes consultar el enlace)

Curiosidades a un lado, cuando buscamos información sobre gladiadores en la Antigua Roma tenemos en mente dos destacados personajes cinematográficos, Espartaco y Máximo Décimo Meridio (Gladiator), aunque este último es un personaje de ficción protagonista de la famosa película de Ridley Scott. No es mucha la información escrita de la que se dispone sobre los gladiadores y sus nombres. La palabra gladiador viene del latín “gladius, espada o gladiator, el que porta una espada”.  Se sabe que los primeros gladiadores eran soldados expulsados del ejército romano sin fortuna, no obstante, en su mayoría este tipo de luchadores eran esclavos, prisioneros de guerra o condenados. Las escasas fuentes que han llegado hasta nuestros días son los relatos de tres autores contemporáneos de la época. Suetonio y Dion Casio centran sus textos en grandes acontecimientos, mientras que Marco Valerio Marcial proporciona detalles sobre los juegos puntuales. La mayoría de los combates entre gladiadores que se celebraron en la antigua Roma no fueron recogidos en fuentes escritas. 

Dión Casio (Historia romana, LXI, 9, 5) da fe de la presentación de un espectáculo de combate naval en 57 d.C: "En el curso de un espectáculo que ofrecía en uno de los teatros llenó repentinamente el sitio con agua del mar, para que los peces y los monstruos marinos pudieran nadar en ella, exhibiendo una batalla naval entre hombres que representaban a persas y atenienses.  Tras esto, inmediatamente hizo drenar el agua, secar la superficie y ofreció de nuevo combates entre fuerzas terrestres, que lucharon no solo en peleas singulares, sino en grupos mayores igualados en número." (2)

(2) Dión Casio. Historia Romana. Epítome del Libro LXI(puedes consultar el enlace)

Un poema laudatorio de Marco Valerio Marcial aparece el único registro detallado de un combate sorprendente entre gladiadores que ha llegado hasta nuestros días, la lucha entre Vero y Prisco. Una historia desconocida para muchos de nosotros y sobre la que todavía nadie ha intentado comercializar. La lucha que narra Marcial enfrentaba a dos gladiadores llamados Vero y Prisco. El combate que ambos mantuvieron fue el momento culminante del día de inauguración de los juegos celebrados para inaugurar el Anfiteatro Flavio, conocido en la actualidad como Coliseum, en el año 80. Un espectáculo gratuito subvencionado por el emperador Tito y para un aforo de unos 50.000 romanos. 

Muy pocas pruebas documentales relatan la naturaleza de los juegos inaugurales. Se cree que siguieron el formato estándar de los juegos romanos: venationes (juegos con animales) en los que participaron criaturas de todos los puntos del Imperio romano, ejecuciones de "criminales" y munera (combates de gladiadores). Se sabe también de la duración de estos juegos, cien días. En la actualidad sería impensable e insostenible económicamente acoger cualquier acontecimiento que durase tanto tiempo.  

Vero era de Mesia (actual Serbia) y Prisco era galo. Los dos eran amigos y desconocedores de su enfrentamiento ese día hasta que se vieran cara a cara sobre la arena. El combate fue a muerte. Y se alargó demasiado. El público aclamaba que se diera la lucha por empatada, un hecho nada habitual. Los gladiadores seguían luchando sin que ninguno venciera ni se rindiese. La lucha se alargaba cada vez más, hecho que determinó que ambos gladiadores fueran declarados victoriosos en el combate y premiados con su libertad por el emperador Tito.

Recoge Marcial en De Spectaculis, XXIX:

Cum traheret Priscus, traheret certamina Verus,
esset et aequalis Mars utriusque diu,
missio saepe uiris magno clamore petita est;
sed Caesar legi paruit ipse suae; —
lex erat, ad digitum posita concurrere parma: —
quod licuit, lances donaque saepe dedit.
Inuentus tamen est finis discriminis aequi:
pugnauere pares, subcubuere pares.
Misit utrique rudes et palmas Caesar utrique:
hoc pretium uirtus ingeniosa tulit.
Contigit hoc nullo nisi te sub principe, Caesar:
cum duo pugnarent, uictor uterque fuit. (3)


(3) M. VALERI MARTIALIS EPIGRAMMATON (LIBER DE SPECTACVLIS)  (puedes consultar el enlace)
  
Traducción:

Mientras que Prisco y Vero alargaban el enfrentamiento,
Y por largo tiempo la lucha fue igualada en ambos lados,
Altos y repetidos gritos reclamaban la libertad para los hombres;
Pero César siguió su propia ley; —
Era la ley de luchar con el escudo hasta que un dedo se alzase: —
Hizo lo que le estaba permitido, a menudo dio comidas y regalos.
Pero se llegó al final con la misma igualdad:
Iguales al luchar, iguales al ceder.
César envió espadas de madera a ambos y palmas a ambos:
Por tanto, el coraje y la habilidad recibieron su premio.
Esto no tuvo lugar ante ningún príncipe salvo tú, César:
Cuando dos lucharon, ambos fueron victoriosos.


Se trata de un final nada habitual. De hecho, no hay constatación sobre un hecho así exceptuando éste. 

Para saber más sobre Vero y Prisco

Otras fuentes:

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